22 de marzo de 2016

El Festival de los 100 Vinos Mexicanos, todo un Boom

La Orgía de los Sabores

La Toscana Mexicana del Valle de San Juan Del Río, una realidad

Dos millones de cajas al año, un promedio de 19 mil litros de vino mexicano

Por Héctor León

  

En su séptima edición el Festival de los 100 Vinos Mexicanos logra su madurez y se consolida como la vanguardia del vino mexicano, impulsando los caldos nacionales entre más de 15 mil jóvenes y familias enteras que llegaron a Viñedos La Redonda los pasados 5 y 6 de marzo, para festejar la denominada Toscana Mexicana en el Valle de San Juan del Río, Querétaro, en una fiesta que anuncia la primavera del vino nacional.

 Claudio Bortoluz, vicepresidente de La Redonda, ha tomado la batuta como impulsor del vino mexicano, recibiendo en sus viñedos a más de 70 bodegas de todo el país y 500 etiquetas; toda una muestra de nuestros caldos, con la presencia de los propios enólogos, que explican, atienden al público y colocan sus etiquetas, lo mismo para cavas familiares que en restaurantes y hoteles. Bortoluz, ha colocado a Querétaro en el centro del negocio del vino, además convoco a tres gobernadores (Querétaro, Baja California Norte y Coahuila) para esta cita de negocios, turismo y cultura vitivinícola.




Dos millones de cajas al año, un promedio de 19 mil litros de vino mexicano

Existen alrededor de 100 bodegas en México, sin embargo, las bodegas boutique, familias que están produciendo vinos de alta gama y no necesariamente tienen viñedos, familias que cultivan la vid y venden las uvas, así como nuevos empresarios que ven con gran futuro producir vinos e incluso, por su capacidad negociadora, colocarlos en Europa y Estados Unidos, ha hecho de la cultura del vino todo un Boom y un fenómeno todavía por estudiar y descifrar, pues el impacto en la economía es una realidad, enmarcada en una  producción de dos millones de cajas al año, un promedio de 19 mil litros de vino mexicano.





  

Rosados, blancos y espumosos,  estrellas del festín del vino
Una fiesta gastronómica (paellas, mariscos, tapas, cocina tradicional y contemporánea, de la mano de restauranteros del centro de México) fue aderezada por los vinos rosados, blancos y espumosos, como estrellas del festín del vino, además de los nuestros clásicos vinos rojos, afrutados y poderosos.
Pues ya los jóvenes, empiezan a degustar y disfrutar las bondades de los blancos y rosados, aromáticos y alegres, con complejidades sensoriales que arropan a los paladares ya no tan juveniles, como los ardientes y lujuriosos espumosos, que invitan a la alegría de despartir en el viñedo más hermoso y geo-estratégico de México, por su cercanía con la capital, norte y centro del país.

El Boom del vino hipermoderno

El fenómeno enológico que vive México, tan reciente como vigoroso, hay que estudiarlo desde varios ángulos y perspectivas, a saber:
La batuta de grandes enólogos que están haciendo vinos de Alta Gama, Premium y/o vinos de autor, que compiten en el mercado internacional y que en concursos internacionales ganan medallas y se consolidan en el gusto de paladares muy sofisticados, aquellos que marcan tendencias; los vinos realizados para un paladar nacional (que no excluye la idea anterior, sino que la refuerza), un vino fácil de tomar, con la fuerza de nuestra tierra, abocados y festivos, que se venden en anaquel y tiendas de gran consumo, en restaurantes pequeños y gourmets, que los chefs y somelliers, están impulsan con  gran responsabilidad y compromiso cultural, a lo largo y ancho del país; y los vinos de nuevo estilo, modernos, novedosos en su diseño, que intentan romper con esquemas y etiquetas formales, muy complejos en su hechura, que lo mismo los producen para empresarios entusiastas de parte de vinicultores con gran experiencia, que para marcar tendencias en el paladar contemporáneo y en su maridaje con la gastronomía nacional.






Así, en su conjunto, estamos hablando de vinos hipermodernos que hacen del Boom del Vino Mexicano un caso único como vinos del Nuevo Mundo. La cifra estimada de cuatro mil hectáreas de producción en los estados de Baja California, Chihuahua, Aguascalientes, Querétaro, Coahuila y Nuevo León, viene quedando corta al fenómeno vinícola, por lo que no sería extraño que su extensión se doble en hectáreas cultivadas para la vid, en los próximos años.