26 de febrero de 2010

La noche de Almadía




La noche de almadía en el Covadonga







Cronista de guardia: héctor león


a Carlos en su cumple...y a Miguel Galicia....idem....vale...



FOTOS: JUAN CARLOS RUIZ

agencia todocultura

Hay dos tipos de fiestas, donde se esta o no se esta.



….el jeke Quijas se resguarda en las sombras de la luz que apenas alumbra la entrada del Covadonga porque esta esperando que lleguen los que tienen que llegar y primero llegan los primeros y


después ya pasadita la noche pues no pasaron los últimos porque el efecto Cabañas ahora es afecto tequila pero ahí estamos entrando y estrechando el abrazo el cariñito del mesías de la noche y claro

pásenle porque hay harto trago y muchos adentro y nervioso porque parecen sus quinde años se esmera y adentro la jauria en jauja empezando a armar la noche revuelta aunque bien ordenada en el

segundo piso las mesas redondas y efectivos rayos que proyectan la onda pop o algo así esferas que dan vueltas y vueltas y te sientas para agandallar mesa porque como dijo Armando g.t. entre más

mesas mejor y la barra hasta atrás como siempre pero sobre todo en estos cinco años de Almadía que paso de ser de los cuatro fantásticos a no hay quinto malo porque ahí entran y entran

entrando como jolgorio celebrando que todos estemos ahí presentes en el Buque Almadía con Peter Pan o el monstruo que recibe claro con mesa de pista cualdeborakerr para constatar que Polo, el güero

y los demás todos somos feligreses ante la armonía que solo pueden brindar las viandas y los bocadillos y el no vino porque no hubo pero cervezas y tragos al final donde esta la chorcha para brindar

por el gusto de Servín que no entro al torito porque no maneja gracias a dios antes de que el fer fer en arte de duende corre y corre como todos políticamente correctos en la huerta orweliana o mejor

el big brother undernuncajamás porque todo fue grabado y en breve lo tendrás en yoo tube pero al fin todos somos amigos Feacebook o que no me conoces si platicas día con día con moi y salud salud

salud al ritmo de los chicos de Guanatos que se discutieron con un repertorio harto circundante trompeta bajo y batería y el chico de la trompeta que se sabía todas hasta mambo y todas bailables que surtidos y ¿como se baila eso? pues que cosa don simón o nadie
sabe bailar o los músicos no saben tocar pero que buen ritmo hasta

el Rafa les aplaude antes de saludar a medio mundo porque que qué conocido es ¿o no? ¡ah! no tocaron The Doors pero el arrebato es el arrebato el Joe güero/video con su bella pielecita, que rica, como

esas otras que como que no se les da la moda pero eso si todas bien penadas y pero esa parece Amanditititta hace el apunte la chica Proceso con su nuevo look de vestida para matar, pero si es un clon, cachondón el asunto pues cuando la bella de las noches informes claro R. le sugiere a Rafa que podría servir las otras y amable va pero al fin eso de tener mesa de pista hace que se

acerque el mesero para hacer lo suyo que bien todos muy agustito en tanto el poeta isocrónico que no podía faltar se le ocurre sentarse por acá antes con toda su banda y dos balerinas ex profeso para que el isocrónico master se desdibujara en la pista empero parece oso dice el monstruo y Rafa ríe pero el bailarín se esfuerza en ese sancochado paso de cintura wow! Pero lo único verdaderamente cabrón es que tu cuete te quiera bajar la vieja entonces se rompe la amistad aunque no viene a cuento Rafa quiere narrar esa noche con un escritor que resultó ser puto y no hallábamos R. y el cronista quien le había bajado a quién o de parte de quien así a la hora indicada Nora la bella a todas horas con su bello vestido negro que bien se viste Nora y su collar discreto de oro blanco al fondo en la penumbra de las luces incandescentes las chicas de Oaxaca top gallery y el Jonathan al que llaman en los barrios bajos el pierde almas alegre pasa lista y ahora resulta que las estrellas del Bicentenario son de Oaxaca que cosa tan bella mi niño a propósito el lindo hermoso del Fadanelli pasa corriendo que bueno que se siente con Agar que viene precediendo esa mafia liderada por el Da Jandra que cual tipo no suelta el puro y que apura sin pretensión en el mingitorio un que la otra es Oaxaca pero si los aviones se retrasan como vas a llevar tanta gente así se las gastan en esas mezcaleras latitudes en fin que venga lo que tiene que venir y que manera de disparar cual francotirador J.J.

24 de febrero de 2010

La orgia de los sabores

La orgia de los sabores
A pedir de boca, la novela de la cocina

Por Héctor León
Cocinar, es como escribir una novela, pero la cocina no empieza con el verbo, sino en el mercado, con el producto. Ahí comienza a escribirse la novela de la cocina, experimentando con las temperaturas y ardientes temperamentos, porque cuando se cocina, como cuando se escribe, hay que hacerlo de buen talante para lograr que salga bien el cocido, llámase pollo a la cerveza o un plato de ostras.
El recuerdo de los sabores marca el imaginario de las personas. En la infancia aprendemos a disfrutar de los platos de casa y durante toda la vida buscamos esos sabores que nos marcaron, que nos dieron origen y perspectiva, después vienen los descubrimientos con otras culturas. Nos enamoramos a través de los sentidos, de nuevas cocciones, de fusiones inimaginables: el amor es sazonado en la cocina, así sea de un restaurante.

 
Esto es lo narra A pedir de boca (Ediciones B. Barcelona 2005), la última novela del autor español José Manuel Fajardo, una historia armada a través del aperitivo y el menú; con esos capítulos incursiona en los sabores de su natal Gijón, España, de la “extravagante” cocina mexicana y de los platillos que se fusionan en los restaurantes de París o de un buque carguero.
El personaje, Omar Contreras, es un marino que busca su destino en desatinados viajes, porque lo único que anhelaba era salir de su pueblo y ver el mundo, ser navegante de los Siete mares, como en el buque que se enlista y que lo lleva hasta Manzanillo, México, lugar en el que encuentra lejanos parientes, una prima que le enseñará a amar y comer “a la mexicana”; al tiempo llegará a París como cocinero para reencontrar el amor con una exótica bailarina rumana, quien le mostrará a comer y a amar en rumano.

Las ostras saben a sexo
Quienes cocinan “son constructores de la felicidad ajena”, como la madre del personaje, esposa de un comunista que comía ostras “porque tienen el olor del sexo”; lo que hizo que sus hijos “odiaran” las ostras: “porque era como echarse un trago de mar a la boca, además eran babosas, sabían a rayos”, cuenta Omar de sus días de infancia.
Al tiempo que evoca “el pollo a la cerveza”, de la cocina emblemática familiar, donde nada se “tiraba”, nada que ver con “la pornografía gastronómica” de París, donde “es impúdico el derroche”. ¿Cuál es la herencia devenida de una familia pobre?, se pregunta el personaje que huye de sus pasos, tan solo “los ingredientes para preparar un pollo a la cerveza”, pues hay que comer “para gozar la vida, no sólo para vivir”, decía su madre, mujer que “platicaba con las ollas”.

 
Los platos son algo concreto, “se tocan, se prueban, se comen. Los sueños se escapan entre los dedos”, apunta el novelista, y acota ante el descubrimiento del guacamole: “Hay un mercado negro de sueños, pero al menos este guacamole es cierto. El frescor del tomate, la suavidad del aguacate, la acidez del limón. Lo pruebo y mi boca me habla del placer de estar vivo”
Lo hermoso de la cocina
La guerra y los tiempos de hambre han sido los recetarios para la cocina, siempre, ahí esta la fabada asturiana, la sopa de migas, los mejores platos han nacido del “hambre y las carencias, eso es lo hermoso de la cocina, conseguir llenar los estómagos con imaginación”, relata el personaje ante su amada, al hacerle unos “bollos de aceite, plato de Andalucía”, pan con aceite de olivo, que no es otra cosa que un “pedazo de su infancia” compartida con su amante.
La vida entera pasa por la boca, en la cocina se toca el mundo, al menos, dice el novelista una y otra vez, y cuenta su historia de un marino/cocinero a partir de boleros mexicanos, canciones comunistas de su padre, música francesa y al tono del mariachi en Gijón, Madrid, Guadalajara y París. Amando a través de los sabores de un tiramisú, un achiote mexicano, cebollas, habichuelas o ejotes y marinando un huachinango, porque “uno aprende mucho cocinando y probando lo que otros cocinan”.
foto h.l. mercado...mariscos
Una deliciosa novela que constata que los sabores son universales, como el amor. A pedir de boca, es una novela de amor a los sabores.















23 de febrero de 2010

Presentación de Mis días en Shanghai de Aura Estrada


Presentación de Mis días en Shanghai de Aura Estrada

Fecha: jueves, 25 de febrero de 2010

Hora: 19:30 - 21:00

Lugar: Casa Refugio Citlaltépetl

Calle: Citlaltépetl No. 25 entre Ámsterdam y Campeche, Col. Hipódromo Condesa

Ciudad o población: Ciudad de México, Mexico

FESTIVAL DE LOS 100 VINOS EN TEQUIS...LA REDONDA...

mercado loco en freixenet...tequis...

CASA REFUGIO CITLALTÉPETL EN LA FERIA



CASA REFUGIO CITLALTÉPETL

Casa Refugio Citlaltépetl se complace en invitarlos a la presentación del libro Mis días en Shangai, de Aura Estrada editado por Almadía, dentro del marco de las conferencias de los Jueves literarios “Una editorial, un libro…”
Presenta Gabriela Jáuregui, Jorge Boone y Martín Solares Heredia.
Jueves 25 de febrero 2010 19:30hrs

Entrada Libre.
CASA REFUGIO CITLALTÉPETL EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN EL PALACIO DE MINERÍA.

Casa Refugio Citlaltépetl invita a la presentación de sus más recientes publicaciones dentro del marco de la XXI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. 26 de febrero, 2010. 19:00 hrs. Auditorio Sotero Prieto.





22 de febrero de 2010

José Fors/ Sobre Papel/ Galería Quetzalli


José Fors/ Sobre Papel/ Galería Quetzalli
14 Febrero-15 Marzo 201
Línea y representación
Armando Chong
La línea es el trazo tangible del mundo, la definición misma de su escenario y entidades que lo habitan, y son sus formas y contornos lo que nutre el imaginario y la capacidad representativa del artista. El motivo que mueve las manos para desplegar las tintas sobre el papel y azúcar sobre las placas que más tarde revelaran la interpretación luminosa, particular y sensible del hombre sobre la realidad.
El mundo y sus formas inquietantes ante la mirada son siempre una necesidad insoslayable de representación. El lenguaje es el recurso del intelecto para nombrar su entorno, para poder manipularlo, para poder abstraerlo, aprehenderlo y de esa forma transformar todo aquello que nos rodea en un concepto, en materia de conocimiento, en un bien propio que pueda ser usado para tratar de comprender el estado de las cosas y su forma de relacionarse con lo otro. Y puede verse en esta muestra de José Fors esa necesidad del artista de representar mediante la línea la esencialidad de la materia, el poder del dibujo de llenar con sus formas puras y primitivas el inmenso vacío que nos contiene.
José llega a crear en algunos de estos trabajos una iconografía personal emparentada con el ideograma y el pictograma que son la base de la escritura oriental, tanto por el desarrollo de sus conceptos como por la estética de la forma y su carácter invocatorio y por su intento de representar la idea que el artista tiene de los diversos temas y cosas que lo tocan.
Estas obras nos hablan de la necesidad del hombre de agruparse, de formar vínculos y en esta congregación, comunicarse y expresar lo acontecido, tal es el caso de La tribu, Familia y congregación, donde puede verse como todos estamos unidos por el lazo de la pertenencia y formamos un bloque compacto que nos mueve al unísono, llenando el espacio y conquistándolo para enfrentar la adversidad o en muchos casos llegar a ser la misma adversidad ya que en ese intento asociativo dejamos siempre fuera a los demás, a todos aquellos que no son de los nuestros.

En Las 3 gracias y 3 peligros se nos muestra la capacidad dialéctica del signo, la convivencia de lo negativo y lo positivo, su necesidad de ser lo mismo y diferente para poder ser y existir, el balance del bien y el mal en uno mismo y la voluntad de discernimiento del hombre, la delgada línea entre razón e instinto, que nos separa de la naturaleza y nos hace volver a ella de manera irrevocable.
A manera de memento mori se presentan Ave atropellada y La muerte del rinoceronte donde la muerte de estos seres nos recuerda la propia y nos hace ver el carácter transitorio de todos los seres que poblamos el mundo y que coincidimos aquí por un instante acotado por el tiempo y el espacio que nos toca, compartiendo los sujetos y objetos que moldean la memoria individual y colectiva y que conforman de algún modo el contenido estructural del ser y estar ahí, desarrollando el apego enfermizo y angustiante del hombre y demás seres por la vida.
El artista observa y aprehende la geometría contenida en cada escenario establecido sobre la percepción sensorial de la existencia. Todo espacio es una proliferación de signos, significados y significantes que acotan desde la intermitencia de la razón el concepto verificable de la realidad, desde la referencialidad del lenguaje la imagen se convierte en la prefiguración aceptada de lo que simboliza. La tarea del pintor es renombrar desde la sencillez mística de la línea y de la curva la esencialidad entrañable de las cosas que habitan y dimensionan el entorno, como es el caso de cerros, valle y selva virgen donde el paisaje es representado de manera simbólica, en su forma de concepto interior y totémico, como una evocación o una referencia personal de la memoria que nos trae de vuelta en el concepto la apropiación del sitio que previamente hemos vivido
La significación de lo observado, de lo que se percibe desde la parte sensible del ser y adquiere una nueva perspectiva en la mirada crítica y estética del artista es lo que da forma a su estilo y nos hace sentir empatía por el hecho artístico, nos transmite otra forma de ver y pensar lo que por experiencia propia conocemos; y nos sorprende por la nueva asociación entre imagen y concepto tal como puede verse en tintas como: Astronomía diurna o Física y química.
El mundo representado desde el universo interior, desde el dialogo inherente de la conciencia con el subconsciente; desde el acto de aportar nuevas significaciones a los significantes; desde el acto de observar y devolver a la naturaleza lo que caza la mirada en el transcurso circunstancial de la existencia, otorgando a la línea: símbolo y al símbolo: poética. Un ritmo de aguas lentas y seguras que invocan la grafía personalísima de lo indecible. La escritura que en su más pura abstracción espiral convoque el nombre indescifrable del todo desde la profundidad abismal de la nada. La caligrafía que emite la imantación hipnótica de su forma, su ritmo certero de agua que corre desde la potenciación de representar todo aquello que en el alma de las cosas es innombrable. Eso es en injusto y pobre resumen lo que nos ofrece la siguiente colección de obras sobre papel.
María saldaña julian

Constitución 104-1 Centro, Oaxaca

bodegaquetzalli@prodigy.net.mx

www.galeriaquetzalli.com



la novela en la cocina....

VIENTOS DE CAMBIO La política de drogas en el mundo


En el marco del Seminario



VIENTOS DE CAMBIO


La política de drogas en el mundo
Te invitamos cordialmente a la presentación que se hará de las


siguientes nuevas manifestaciones de cultura sobre drogas


en México y el mundo:
Web www.DrogasMéxico.org


Centro web de documentación y discusión sobre salud, cultura y


políticas de drogas. Herramienta de investigación bibliográfica para


reducir daños. Con la presencia de Ricardo Sala, comunicador.


¡2 libros sobre drogas, 2!


Tradición, Disfrute y Prohibición


Antología que retrata los diferentes aspectos del consumo de sustancias


ahora ilícitas a través de Generación, revista contracultural con 21


años de existencia. Compilador: Carlos Martínez Rentería.
Regular ¿para qué? La Cannabis y sus consumidores en México


Obra destinada a generar un debate serio e informado sobre la regulación


de las drogas. Elsa Conde, compiladora.


En un mano a mano sin precedentes, l@s compilador@s de ambos libros


presentarán mutuamente sus publicaciones.


Videodocumental Not on the Label (avances)


Sobre la política de drogas en América Latina y sus posibles cambios


Dirigida y producida por Rachel Seifert. Productor Ejecutivo: Christo Hird.


Director de fotografñia: Owen Scurfield. Dartmouth Films






Modera: Leopoldo Rivera Rivera
Lunes 22 de febrero, 19-22 hrs.


El Bataclán: Popocatépetl 25, Condesa.







Cero Records presenta su nueva producción fonográfica, el nuevo disco del músico Alejandro Escuer titulado “Folklore Imaginario



Cero Records presenta su nueva producción fonográfica, el nuevo disco del músico Alejandro Escuer titulado “Folklore Imaginario: Ritual de Geografías", será el miércoles 24 de febrero del 2010 a las 19:00 hrs en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes. Presentarán el disco Antonio Russek, Monica Escuer, Alejandro Colavita y Alejandro Escuer. Disco en el que a través de una serie de piezas con flauta a dueto con voz, piano, cello, objetos sonoros u orquesta, el autor nos lleva en un viaje imaginario por el tiempo y el folklore del mundo. Pasando por el México precolombino, el Medio Oriente, Japón, África, el folklore estadounidense, el Avant Garde europeo de los 70´s y el Español del siglo XV. Un disco donde se fusionan la música de cámara contemporánea con la música del mundo.
El evento constará inicialmente de una charla acerca del disco y del autor, seguido de un breve concierto por Alejandro Escuer, y al final vino de honor.
Cero Records es un sello fonográfico independiente, formado por compositores/productores mexicanos, que tiene como objetivo poner a disposición del público propuestas musicales serias, originales, interesantes y diferentes, navegando o atravesando diversos géneros como el rock, música del mundo, electrónica, electroacústica, música experimental y música de cámara contemporánea, así como las fusiones que derivan de sus mezclas. Propuestas concebidas con una gran libertad respecto a los criterios comerciales existentes en el mercado de la música que imperan en nuestro país, fomentando así la producción de discos que enriquecen la corriente de música alternativa, experimental y de vanguardia en México.

17 de febrero de 2010

ABIERTO MEXICANO DE TENIS 2010. Acapulco del 22-27 febrero



ABIERTO MEXICANO DE TENIS 2010

Raquetas de primer nivel asistirán a la 17 edición del Abierto más importante de Latinoamérica

“Nuestro país tiene mucho talento, sólo falta impulso”, dijo en entrevista con La Razón, Raúl Zurutuza, Director del Abierto Mexicano

Por Héctor León/ agencia todoculura

La décimo séptima edición del Abierto Mexicano de Tenis a desarrollarse en el Centro de Tenis de The Fairmont Acapulco Princess del 22 al 27 de febrero, contará con raquetas de alto nivel en el ranking mundial.

El torneo más importante de la Gira Latinoamericana de la ATP, pertenece a la categoría OPEN 500 de la ATP y al Tier III de la WTA. Con una organización a la altura de los torneos más importantes del mundo, tendrá al chileno Fernando González, como primer sembrado del torneo, el francés Gael Monfils, segundo preclasificado y el ibérico Nicolás Almagro, campeón defensor, que regresa por el tricampeonato.

En la rama femenil, contará con la campeona de 2009, la estadounidense Venus Williams, número 6 del mundo, así como la italiana Flavia Pennetta, quien también buscará conseguir su tercer título dentro del abierto.

Mextenis, organizador oficial del Abierto Mexicano de Tenis, empresa de Grupo PEGASO, consorcio cien por ciento mexicano, principal promotor del deporte blanco dentro del país, impulsora de los Centros de Alto Rendimiento Mextenis, ha podido conjuntar una veintena de patrocinadores de alto nivel entre los que destacan Telcel y HSBC, que dan forma a este torneo y gracias al apoyo de la gente que agota las localidades.

En entrevista exclusiva con La Razón, Raúl Zurutuza, Director General del Abierto Mexicano Telcel, destacó el apoyo cada vez más decidido de los patrocinadores, habló de los planes a futuro y asumió que existe un gran talento en México y sólo hay que impulsarlo.

--¿El tener raquetas de primer nivel consigna una nueva etapa para el Abierto mexicano?

--Definitivamente es un plus para los patrocinadores del torneo, pero sobretodo es una misión de Mextenis tener el mejor evento deportivo en todos los aspectos, con mejores raquetas cada año, mejoras en las instalaciones, para que los aficionados y tenistas se sientan contentos de asistir. Entre mejores tenistas vengan al torneo, la gente tendrá más interés por este deporte, lo que beneficiará también a los patrocinadores.

--¿Es necesario impulsar más decididamente al tenis en México?

--Sin duda el tenis necesita más apoyo de parte las instituciones, es importante mencionar el trabajo que día con día hacen la FMT y la CONADE en programas que apoyan y fomentan el deporte blanco. Recientemente, se anunció un proyecto para impulsar la práctica del tenis en las escuelas primarias a nivel nacional que me parece es muy bueno.

“Nosotros hacemos nuestra labor más por el lado de la promoción y difusión del tenis con proyectos como el Maestritos Pepsi”.
--¿Qué opinas del mundial de tenis, en sustitución de la Copa Davis?

--Es una buena iniciativa por parte de los jugadores, quienes están tratando de promover un calendario más sensato en cuanto a número de Torneos se refiere. Creo que están muy lejos de llegar a un acuerdo por dos razones: Una es que tienen que estar en la misma línea todos los jugadores y les falta todavía, la plática más complicada que es con la Federación Internacional de Tenis y las federaciones de cada uno de los países que participan en la Copa Davis. La segunda, es luchar contra la tradición que es la Copa Davis.

--¿Por qué carecemos de figuras nacionales?

--Nuestro país tiene mucho talento, sin embargo, faltan muchos programas para fomentar la práctica del tenis desde las bases que son los niños, pero sobre todo darle continuidad para poder en el futuro detectar a los jóvenes talentos que representen a México en competencias internacionales.

“Otro problema es que necesitamos que los jóvenes se fogueen mucho más fuera de nuestro país y eso es costoso, por lo que es necesario conseguir apoyos de la iniciativa privada para impulsar esos proyectos”.

“Finalmente, desde mi punto de vista, necesitamos fomentar mucho la práctica del tenis de alto rendimiento a nivel de mar, cosa que actualmente no se está haciendo”. .
--¿Ha faltado una política más congruente a nivel privado y gobierno?

--No lo creo, yo pienso que no ha habido suficiente tiempo para dialogar todas las necesidades que se tienen y de qué manera se pueden resolver, con programas reales de cooperación que se puedan llevar a cabo. Pero disponibilidad entre ambas partes, creo que siempre ha habido.

“Siempre ha sido complicado coincidir en puntos de vista que si bien tienen la misma intención, la manera de poder ponerlos en práctica, puede ser muy complejo”.

--¿Hay polos turísticos en México que sin duda, podrían ser atractivos para la ATP y WTP?

--México es un país con una gran diversidad, Acapulco, Cancún y Vallarta son lugares paradisíacos que no sólo le son atractivos a la ATP, sino a todo el mundo. En cuanto a si le faltan más torneos a México, pues no lo creo, pues es de los países que más eventos organiza de este deporte, con torneos infantiles, juveniles, futures, challengers, nacionales, y desde luego el más grande, el Abierto Mexicano.

--¿Cómo es apoyo de los medios de comunicación electrónicos e impresos para el abierto?

--Si te refieres al torneo, nosotros tenemos una muy buena relación con las televisoras y medios de comunicación en general; nos han apoyado mucho en la transmisión y cobertura del torneo. La única responsabilidad de los medios es difundir los acontecimientos y lo han hecho muy bien. Gracias a ello, se han obtenido muchos premios para la organización por parte de la ATP. El crecimiento del Abierto Mexicano Telcel presentado por HSBC, no se entendería sin el apoyo tan importante de todos los medios nacionales.
--¿Respecto a las metas, que me puedes decir?

--Creo que año con año hemos crecido y vamos por muy buen camino, sin embargo, tenemos que esperar que pase el torneo, para hacer un balance de qué podemos mejor, siempre hay algo que podemos hacer para ser mejores. La respuesta de la gente ha sido muy buena y eso se refleja cada año en las tribunas. Open 500 significará un gran reto que implicará importantes mejoras dentro del torneo, entre las que destaca la bolsa que alcanzará millón y medio de dólares en premios.

 
--¿Siendo que muchos intelectuales les gusta este deporte no han pensado en un programa cultural?

-- No se me había ocurrido, pero sería muy interesante. Habría que ver de qué manera podríamos hacerlo.

 
Raúl Zurutuza, agradeció a los más de 350 personas que trabajan en el Abierto, al público que nos ha apoyado ya desde hace más de 16 años, a los patrocinadores del Torneo que dan sustento financiero, a los medios que año con años dan cobertura incalculable del Torneo y a los jugadores y jugadoras que nos visitan año con año.

Para concluir, Zurutuza destacó la lista de todos los participantes en el Abierto Mexicano de Tenis 2010; The Fairmont Acapulco Princess, Corona, Mazda, SEARS, Martí, Aeroméxico, Adidas, ESPN, Samsumg, Pirelli, Wilson, Boos:t, Pepsi, E-Pura, Gatorade, Grupo Editorial Expansión, TANE, X-Box, W-Radio, Consejo de Promoción Turística (México), Fonatur, Sony Ericsson, WAU, El Amor nos Une; sin dejar de mencionar el apoyo incondicional del Gobierno del Estado de Guerrero y Municipal del Puerto de Acapulco, para la consecución de una nueva edición del evento.



ACTIVIDADES DE QUIMERA EDICIONES EN LA FIL-MINERÍA

ACTIVIDADES DE QUIMERA EDICIONES EN LA FIL-MINERÍA
*Mesa redonda. Literatura gay.
Participan: Michael K. Schuessler y Sergio Téllez-Pon.
Jueves 18 de febrero de 16:00 a 16:45 hrs. AUDITORIO CUATRO.
*Mesa Redonda. Literatura lésbica.
Participan: Odette Alonso, Sandra Lorenzano y Marielena Olivera

Modera: Sergio Téllez-Pon
Viernes 19 de febrero de 15:00 a 15:45 hrs. AUDITORIO UNO, SOTERO PRIETO
*Mesa redonda. Editores de alto riesgo.
Participan: Geney Beltrán Félix (Páramo ediciones), Sergio Téllez-Pon (Quimera ediciones) y Alfredo Núñez Lanz (Textofilia ediciones).
Modera: Ricardo Sánchez Rianch

Viernes 19 de febrero de 18:00 a 18:45 hrs. SALÓN DE LA ACADEMIA DE INGENIERÍA.
*Homenaje a José Dimayuga por sus 50 años. Mesa redonda y lectura dramatizada de una de sus obras por el grupo SOMOSMOVIMIENTOSEXY.
Participan: José Joaquín Blanco, Luis Zapata y el autor.

Modera: Sergio Téllez-Pon
Viernes 19 de febrero de 19:00 a 20:45 hrs. ANTIGUA CAPILLA.
* Presentación de libro. Habitación en Roma, de Jorge Eduardo Eielson.
Martes 23 de febrero de 16:00 a 16:45 hrs. AUDITORIO CUATRO.
*Presentación colección. Quaderna: Espejos de bolsillo, de Oscar Wilde; 300 aforismos, de Ricardo Nicolayevsky y Aluvión de pensamientos inútiles y sublimes, de Juan Carlos Bautista.
Presentan: Los autores y el traductor

Modera: Sergio Téllez-Pon
Jueves 25 de febrero de 14:00 a 14:45 hrs. AUDITORIO TRES.


*Presentación de libro. Homenaje a José Dimayuga por sus 50 años. Afectuosamente, su comadre, de José Dimayuga.
Presentan: Antoine Rodriguez, Sergio Zurita y el autor.

Modera: Sergio Téllez-Pon
Jueves 25 de febrero de 19:00 a 19:45 hrs. SALÓN B SEIS.

Coctel final:

El Marrakech salón

República de Cuba 18, Centro.

Jueves 25 de febrero a partir de las 21 hrs.


TODOS los títulos de Quimera ediciones estarán a la venta en el STAND 1300

Éste es un servicio informativo de la Agencia de Noticias sobre Diversidad Sexual.

Sólo lo que se escribe es histórico. De tomás Eloy Martínez

Defensa de la utopía

Tomás Eloy Martínez *

 
* Tomás Eloy Martínez es periodista y escritor argentino, recientemente galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo a la trayectoria profesional. Su última novela es Purgatorio. Este es su discurso en el Taller-Seminario: “Situaciones de crisis en medios impresos”, impartido en Colombia a mediados de marzo de 1996, y que durante algún tiempo estuvo disponible en el sitio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.

 
Hace ya casi cuatro décadas, el 1 de enero de 1953, un joven periodista colombiano desembarcó en Maiquetía, el aeropuerto de Caracas, después de tres años de escribir en Roma sobre los ataques de hipo de Pío XII y de terminar los originales de su segunda novela en el invierno implacable de París. De la mano de dos colegas fraternales entró en Caracas, atravesó el fulgor de las autopistas y se emocionó ante los reflejos malvas que exhalaba el Ávila en ese momento del crepúsculo. Antes de que pudiera disipar los sopores del viaje en avión por el Atlántico, fue abandonado en una sala de redacción sin ventanas, iluminada por sucios tubos de neón, donde un hombre flaco, nervioso, con anteojos oscuros, daba órdenes frenéticas y a menudo contradictorias a un par de vascos que se afanaban sobre una mesa de dibujo.

En la mitología que cada quien crea para su uso personal, ése ha sido para mí el instante en que nació en América Latina lo que se conocería después como «nuevo periodismo» o «periodismo literario», y el punto de partida del moderno periodismo cultural. La sala de redacción, ubicada en una casa desvencijada de San Bernardino, pertenecía a la revista semanal Momento. El joven colombiano se llamaba, como tal vez ustedes ya lo han adivinado, Gabriel García Márquez. Uno de los colegas que le había dado la bienvenida en Maiquetía era Plinio Apuleyo Mendoza, jefe de redacción de Momento. Quien estaba con él era su hermana Soledad, que más tarde en la vida también dirigiría en este país revistas y suplementos. Aquellos vascos de la mesa de dibujo se llamaban -me han dicho- Karmele Leizaola y Paul de Garat. Y al hombre de anteojos oscuros, Carlos Ramírez MacGregor, se lo conocía entonces en Caracas como «el loco», porque se había echado sobre las espaldas la irresponsable misión de editar una revista donde la realidad se parecía a las novelas.

Esa fundación mítica del periodismo cultural es un apólogo con tantos significados que aún ahora, treinta y siete años después, se puede leer como si fuera una noticia del periódico de mañana. Primero, porque la época en que sucedía esa historia coincidía con el nacimiento de la democracia, que se le había negado a Venezuela durante todo el siglo -con el fugaz intervalo de la presidencia de Rómulo Gallegos-, y que al fin era conquistada con un alto precio de sangre, torturas, exilios y cárceles. Y también porque en la redacción de Momento confluían hombres de otros rincones de la lengua española, aventados de sus patrias por las desventuras de la persecución política y de las guerras.

Las grandes crónicas de aquellos años fundacionales nacieron al amparo de una realidad que se iba creando a medida que se la escribía. Estaba a punto de secarse el dique de La Mariposa, y en vez de decirlo así, con esas palabras de álgebra, García Márquez inventaba a un personaje que para poder afeitarse en la ciudad sin agua se mojaba la cara con jugo de duraznos. Se caía a pedazos la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y para no contar la historia como en los telegramas de las agencias de noticias, el joven narrador de La hojarasca explicaba que, a los hombres de la resistencia, «los días les estaban quedando cortos». Enriquecido por un lenguaje de novela, transfigurado en literatura, el periodismo desplegaba ante los ojos del lector una realidad aún más viva que la del cine. Todo parecía tan nuevo como si, al cabo de un largo olvido, las cosas pudieran ser nombradas por primera vez. ¿De dónde sino de ese instante salió el afán de ir inscribiendo el nombre verdadero de los objetos y las funciones para las que sirven, como se lee en Cien años de soledad?

Si aquellas crónicas revolucionarias fluyeron con naturalidad en la Caracas tempestuosa e incierta de 1958 fue porque había una larga tradición que la hizo posible. El terreno había sido antes fecundado por José Martí en sus escritos para La Opinión Nacional durante los años de Guzmán Blanco, por los estremecedores relatos de Canudos que Euclides da Cunha compiló en Os Sertoés, por los cronistas apasionados del modernismo -Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal- y por los escritores testigos de la Revolución Mexicana. A esa tradición se incorporaron más tarde los reportajes políticos que César Vallejo escribió para la revista Germinal, las reseñas sobre cine y libros de Jorge Luis Borges, los aguafuertes de Roberto Arlt, los medallones literarios de Alfonso Reyes en La Pluma, los editoriales de Augusto Roa Bastos en El País de Asunción, los cables delirantes que Juan Carlos Onetti escribía para la agencia Reuter, las minuciosas columnas barrocas de Alejo Carpentier y las crónicas sociales del mexicano Salvador Novo.

Todos, absolutamente todos los grandes escritores de América Latina fueron alguna vez periodistas. Y a la inversa: casi todos los grandes periodistas se convirtieron, tarde o temprano, en grandes escritores. Esa mutua fecundación fue posible porque, para los escritores verdaderos, el periodismo nunca fue un mero modo de ganarse la vida sino un recurso providencial para ganar la vida. En cada una de sus crónicas, aun en aquellas que nacieron bajo el apremio de las horas de cierre, los maestros de la literatura latinoamericana comprometieron el propio ser tan a fondo como en el más decisivo de sus libros. Sabían que, si traicionaban a la palabra hasta en el más anónimo de los boletines de prensa, estaban traicionando lo mejor de sí mismos. Un hombre no puede dividirse entre el poeta que busca la expresión justa de nueve a doce de la noche y el gacetillero indolente que deja caer las palabras sobre las mesas de redacción como si fueran granos de maíz. El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a vida completa. Puede que un periodista convencional no lo piense así. Pero un periodista de veras no tiene otra salida que pensar así. El periodismo no es algo que uno se pone encima a la hora de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con nuestras mismas vísceras y nuestros mismos sentimientos.

Aunque los Estados Unidos han reivindicado para sí la invención o el descubrimiento del periodismo literario, de las factions o de las «novelas de la vida real», como suelen denominarse allí los escritos de Truman Capote, Norman Mailer y Joan Didion, es en América Latina donde nació el género y donde alcanzó su genuina grandeza.

El periodismo encuentra su sistema actual de representación y la verdad de su lenguaje en el momento en que se impone una nueva ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez.

Siempre que las sociedades han estado a punto de cambiar de piel, los primeros síntomas de ese cambio han aparecido en la cultura. Piénsese en las canciones de los Beatles o en las novelas «del camino» de Jack Kerouac y se encontrará prefiguradas en ellas la rebeldía, la avidez mística y el heroísmo anárquico de las dos décadas que siguieron. Piénsese en la soledad escéptica de los personajes que aparecen en las novelas que Raymond Carver o Paul Auster escribieron en los años 80 y se obtendrá un retrato cabal de las reivindicaciones capitalistas de este final de siglo. En la cultura es posible descubrir los modelos de realidad que se avecinan y que aún no han sido formulados de manera consiente.

Imagínense cuánta responsabilidad entraña dar cuenta de eso. No sería posible cumplir cabalmente con semejante misión si cada quien, ante la hoja o la pantalla en blanco, no se repitiera una vez y otra: «Lo que escribo es lo que soy, y si no soy fiel a mi mismo no puedo ser fiel a quienes me lean». Sólo de esa fidelidad nace la verdad, aunque de esa verdad nacen siempre los riesgos.

Estos son tiempos de dispersión y de desencuentro para la cultura de América Latina. El continente que hasta hace apenas un cuarto de siglo parecía férreamente unido exhibe ahora graves signos de intolerancia e incomunicación. Desde la metrópoli nos anunciaron que había llegado el fin de la historia -lo que también significa el fin de las utopías- y nos vaticinaron una era de bonanza bajo el modelo triunfante del neoliberalismo. La mayoría de nuestros gobiernos democráticos han aceptado ese credo, con la certeza de que las miserias actuales afrontadas por los pueblos latinoamericanos serán compensadas por las abundancias del futuro. «Para que haya menos pobres es necesario que, antes, los ricos sean mucho más ricos», afirma la doctrina neoliberal. Ese mandato de resignación se asemeja al de las religiones fatalistas: «Para entrar en el reino de los cielos es necesario ser antes humillado y ofendido». Los vaticinios han sido errados, no porque nuestros pueblos sean impacientes o insensatos, sino porque la resignación termina donde empieza la voluntad de sobrevivir.

Es en el orden de la cultura donde el neoliberalismo ha resultado más pernicioso en América Latina. Esperábamos que las consignas de libertad sirvieran para derribar muros, fronteras, y para fortalecer la unidad de nuestras naciones a la sombra de un proyecto de bien común. Por lo contrario, estamos más divididos que nunca: hemos dejado de leernos los unos a los otros, porque las incesantes convulsiones de la realidad y la necesidad imperiosa de sobrevivir en un afuera siempre hostil nos consumen las energías y los sueños. Hemos dejado de vernos, de oírnos, de conocernos. El modelo neoliberal ha tornado tan alto el precio de cualquier conocimiento que todo lo que podríamos ser se nos escapa de las manos día tras día. Se han acentuado los nacionalismos, los regionalismos, los fanatismos y todas esas odiosas vallas que tanto empobrecen la condición humana. Somos más débiles como naciones, porque ya no podemos negociar unidos con los poderes de las metrópolis, sino que debemos hacer todo por separado y a espaldas los unos de los otros.

Hubo momentos de la historia en que América Latina alzó la voz como si su inteligencia, sus emociones y su lengua fueran una sola. Cada vez que el continente podía hablar al unísono, despuntaba en la cultura una nueva edad de oro. Sucedió en las décadas de lucha por la Independencia. Sucedió en los años del primer centenario de las revoluciones nacionales (que fueron también los años de la revolución mexicana), cuando los grandes poetas de América acudían a Buenos Aires para celebrar la inminente grandeza de nuestras naciones; también sucedió en los años 60, cuando la revolución cubana nos encendió el espíritu y La Habana se convirtió en el viento que parecía poner fin a todas las mordazas de la inteligencia. Y también, aunque de un modo más desordenado y clandestino, sucedió en los aciagos 70, cuando las dictaduras militares arrojaron su sombra sobre todos nosotros y sólo la conciencia de que estábamos juntos nos ayudaba a resistir.

Una de las secretas fuerzas del periodismo de buena ley es su capacidad para fortalecerse en la adversidad, para soslayar las censuras y las mordazas, para cantar cuatro verdades y seguir siendo incorruptible e insumisa cuando a su alrededor todos callan, se someten y se corrompen. Se han probado ya las más diversas armas para acallar su voz incómoda: se lo ha reprimido con la prisión, con el cepo, con la hoguera; se lo ha tratado de espantar con bombas a medianoche y asesinatos en el resguardo de las redacciones; se han probado el soborno, la seducción de los premios y de los honores, el hospicio, las amenazas de muerte, el exilio, sin conseguir que el periodismo sepulte o domestique sus verdades. Una de las últimas estrategias del Poder fue simular indiferencia. Cada vez que el periodismo alzaba su voz, el Poder no oía. La sordera, los desaparecidos y la simulación de ignorancia ante los crímenes del Estado fueron las grandes contribuciones de las dictaduras militares del Cono Sur a la historia política. Cuando el Poder se declara iletrado, cuando el Poder no lee, la escritura no lo lastima. Algunas democracias neoliberales han asimilado esa lección.

Hasta hace cuatro décadas, las páginas culturales eran el único espacio de libertad en los medios. Los empresarios menos conformistas acuñaron por entonces un precepto que pronto se convirtió en patrón de conducta: según esa regla de oro, los periódicos debían ser independientes en sus informaciones políticas y conservadores en las secciones económicas. Con la cultura se podía ser osado, utópico, rebelde o «de izquierda», como solía decirse entonces. A la cultura nadie le prestaba demasiada atención. La cultura era la loca de la casa.

El advenimiento de la revolución cubana alteró esos códigos de comportamiento, porque la cultura comenzó a convertirse en un espacio incontrolable de debate político. En el siglo XIX, el Poder podía enmendar o tomar a la ligera los testimonios del periodista. Un ejemplo memorable de ese desdén fue la actitud que asumió el editor del diario La Nación de Buenos Aires, Bartolomé Mitre, cuando José Martí envió desde Estados unidos una crónica sobre las elecciones presidenciales de 1880. Como lo que Martí relataba era un proceso democrático, Mitre neutralizó la información con un título que la negaba como verdad: «Narraciones fantásticas». Inseguro de la eficacia de su advertencia, añadió esta aclaraci6n: «Martí ha querido darnos una prueba del poder creador de su privilegiada imaginación enviándonos una fantasía que, por lo ingenioso del animado y pintoresco del desarrollo escénico, se impone al interés del lector. Solamente a José Martí, el escritor original y siempre nuevo, podría ocurrírsele pintar a un pueblo, en los días adelantados que alcanzamos, entregado a las ridículas funciones electorales...»

En la segunda mitad de este siglo, en cambio, la amplitud y celeridad de los mecanismos informativos impidió que los textos quedaran sometidos a las manipulaciones que padeció Martí. Los escritores entablaron un diálogo de igual a igual con el Poder, y las crónicas de los corresponsales-escritores dejaron de tener la función inocua e inofensiva que se les había adjudicado.

Hacia atrás, a lo largo de todo el pasado, el Poder había podido imponer su voluntad impunemente. La escritura de la historia era, en última instancia, la escritura del Poder. Cuando la escritura transgredía las conveniencias del Poder, se la suprimía, se la vetaba, se la silenciaba. A sor Juana Inés de la Cruz le vetaron el saber y el decir. Se lo vetaron por mujer, porque una mujer no podía saber. Y se lo vetaron por monja, porque una monja no tenía derecho a decir. A fray Servando Teresa de Mier le prohibieron los sermones y a Simón Rodríguez le censuraron las enseñanzas porque en ambos las palabras eran como una llama sin freno: quemaban todo lo que tocaban. Se les llamó locos, porque la transgresi6n y el coraje han sido siempre para el Poder lenguajes de locura, como bien lo supieron las Madres de la Plaza de Mayo -«las locas»- cada vez que alzaron la voz.

No bien la escritura se dio cuenta de que podía entablar un diálogo de igual con el Poder, se multiplicaron las estrategias para cerrarle el camino. En un libro memorable, Idea de la Historia, el filósofo inglés Robin George Collingwood advirtió que «sólo lo que se escribe es histórico», sólo lo que ha sido escrito permanece. En el pasado, bastaba con prohibir o excomulgar: la amenaza del patíbulo garantizaba el silencio de los insumisos. Pero ahora, ¿qué podía hacer el Poder? Se imaginaron diversos recursos: las asfixias económicas, los vetos publicitarios, la suspensión, el cierre o la mera compra de los medios, las coimas, mordidas o palangres, las ofertas de cargos públicos, para citar sólo aquellos recursos que parecen más civilizados. Una forma sutil y sinuosa de neutralizar el vigor de la palabra fue apagar ese vigor desde su propio nacimiento. Para lograrlo, se incitó al escritor a que descuidara su instrumento. A un escritor que desafina nadie lo lee.

En los tiempos en que Collingwood publicó su Idea de la historia se dividieron las aguas de la inteligencia. Algunos creadores se declararon impotentes ante la barbarie del poder y partieron al exilio, para salvar la dignidad o, en los casos extremos, para salvar la vida. Es el camino que emprendieron Thomas Mann, Fritz Lang, Bela Bartok, Hermann Broch. Otros inclinaron la cerviz y se entregaron, como parece haber sucedido con Heidegger y con Richard Strauss. Otros supusieron erradamente que debían sacrificar lo que pensaban o callar lo que veían en nombre de un proyecto político superior. A esa tentación cedieron miles de los mejores intelectuales de Occidente, seducidos por los espejismos del «padrecito Stalin», con excepciones tan honrosas y singulares como la de André Gide. Se creía entonces que era preciso callar en nombre de cierta conveniencia política, de cierto futuro, sin advertir que no hay modo más brutal de enajenar el propio futuro que el silencio, puesto que el silencio siempre acaba convirtiéndose en complicidad.

Es verdad que, en algunos casos, la brutalidad del Poder impone la retórica excluyente del silencio. Para poder hablar después hay que sobrevivir ahora. Ésa fue la desgarradora alternativa que afrontaron los internados de los campos de concentración, donde quiera existieron esos campos: en Auschwitz, en la isla Dawson, en las «peceras» de Buenos Aires. ¿Enfrentarse al Poder con la certeza de la derrota o fingir resignación ante el Poder para dar luego testimonio de la ignominia? Pero cuando el silencio dura demasiado tiempo, la palabra corre el riesgo de contaminarse, de volverse cómplice. Para hablar hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores, más vale callar.

Hace poco más de diez años, a medida que se iba reconquistando la democracia en Brasil, Uruguay, Argentina, Chile o Bolivia, algunos periodistas pensaron que debían callar los errores de la democracia porque la sombra de las dictaduras militares todavía se alzaba en el horizonte y señalar los tropiezos de algo por lo que tanto se había luchado y que era tan fresco aún, tan inmaduro, equivalía a una traición. Para cuidar la democracia, se pensaba, era preciso disimular los pasos en falso de la democracia. Y sin embargo, nada es menos democrático que callar. ¿Qué sentido tendría proteger a la democracia privándola de su razón de ser: la libertad de pensar, de expresar, de saber? ¿Para qué queremos la democracia si no nos atrevemos a vivirla?

Hay que cuidar las formas, me repetía un jefe de redacción en el diario donde me inicié cuando era adolescente. Hay que conciliar, me decía, hay que entender el juego del Poder. Esa fue la primera enseñanza contra la cual me sublevé. Siempre he pensado (y éste es un tema para discutir largamente) que el periodismo no tiene sino dos formas que cuidar: la de su herramienta -el lenguaje- y la de su ética, que no responde a otro interés que el de la verdad. No tiene por qué conciliar, con nada ni con nadie. Su misión es en eso idéntica a la del artista: revelar los abismos y las luces más secretos del hombre, agitar las aguas, estimular la imaginación, provocar el cambio, luchar sin sosiego para que las perezas y los conformismos que adormecen la inteligencia sean derribadas con el mismo estrépito liberador que hace tres milenios hizo caer las murallas de Jericó.

Si el periodista concilia, si transa con el Poder, si se vuelve cómplice de la mentira y de la injusticia, no sólo está traicionándose a sí mismo. Traiciona, sobre todo, la fe que el lector ha puesto en él, y con eso destroza el mejor argumento de su legitimidad y el único escudo de su fortaleza.

Entre la misión del artista y la del periodista hay, sin embargo, una diferencia esencial: la naturaleza del diálogo que cada uno de ellos establece con el público. Para el artista, crear pensando sólo en el éxito es algo suicida, porque cuando el arte trata de satisfacer a todo el mundo termina por no satisfacer a nadie. El diálogo entre la obra de arte y el público nace sólo cuando la obra ya está terminada. Hasta ese momento, nada debe contar para el artista: ni la música de los aplausos ni los halagos de lo que está de moda. Lo único que importa en el momento de la creación es la fidelidad del artista a lo que él es.

El periodista, en cambio, está obligado a pensar todo el tiempo en su lector, porque si no supiera cómo es ese lector, ¿de qué manera podría responder a sus preguntas? En el periodista, entonces, hay una alianza de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia, fidelidad al lector y fidelidad a la verdad. El lector es siempre un factor mucho más activo y exigente de lo que algunos empresarios suelen suponer. A la avidez de conocimiento del lector no se la sacia con el escándalo sino con la investigación honesta, no se le aplaca con golpes de efecto sino con la narración de cada hecho dentro de su contexto y de sus antecedentes. Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas que se desvanecen al día siguiente, sino que se lo respeta con la información precisa. Cada vez que un periodista arroja leña en el fuego fatuo del escándalo está apagando con cenizas el fuego genuino de la información. El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta.

Porque, a semejanza del artista, el periodista es también un productor de pensamiento. En este fin de siglo neoliberal tan orgulloso de sus certezas, tan convencido de que ya hemos llegado al «fin de la historia», la cultura tiene la misión de ver la realidad como una enorme interrogación, como una perpetua duda, y de imaginar el futuro como una incesante utopía. El hombre se ha movido en las oscuridades de la historia a golpes de utopía, y la utopía es lo que ha permitido al hombre seguir teniendo fe en la historia.

En casi cada país de América Latina que he visitado me dicen que estos son los tiempos más difíciles que se han vivido. ¿Alguna vez, sin embargo, nuestros tiempos han sido de otro modo? Los tiempos difíciles suelen ser aquéllos en que uno se formula las preguntas importantes y en que, para sobrevivir, necesita contestar a esas preguntas lo antes posible. Cuando Atenas produjo las bases de la civilización, afrontaba conflictos políticos y padecía a líderes demagógicos semejantes a muchos de los que hoy se ven por estas latitudes. Y sin embargo, Aristóteles imaginó las premisas de la democracia a partir de los rasgos que tenía entonces Atenas. En el siglo XVII nadie podía imaginar tampoco hacia dónde se encaminaba Inglaterra. Se sucedían las guerras de religión y de conquista, los reyes iban y venían del cadalso, pero del magma de esas convulsiones brotaron las grandes preguntas de la modernidad y las geniales respuestas de Locke, de Hume, de Francis Bacon, de Newton, de Leibniz y de Berkeley. Del caos de aquellos años nacieron las luces de los tres siglos siguientes.

Algo semejante está sucediendo ahora en América Latina. Cuando más afuera de la historia parecemos, más sumidos estamos -sin embargo- en el corazón mismo de los grandes procesos de cambio. En tanto periodistas, en tanto intelectuales, nuestro papel, como siempre, es el de testigos. Somos testigos privilegiados. Por eso es tan importante conservar la calma y abrir los ojos: porque somos los sismógrafos de un temblor cuya fuerza viene de los pueblos.

Hacia dónde nos están llevando los vientos de la historia es algo difícil de ver o predecir ahora. Sólo sé que en este confuso filo del milenio, tenemos que ponernos a pensar juntos. Es preciso renovar las utopías que languidecen en el cansado corazón del hombre. Una de las peores afrentas a la inteligencia humana es que sigamos siendo incapaces en la libertad y en la justicia. No me resigno a que se hable de libertad afirmando que para tenerla debemos sacrificar la justicia, ni que se prometa justicia admitiendo que para alcanzarla hay que amordazar la libertad. El hombre, que ha encontrado respuesta para los más complejos enigmas de la naturaleza, no puede fracasar ante ese problema de sentido común.

Ya que fue cerca de aquí, en Caracas, donde el periodismo latinoamericano tomó conciencia por primera vez, hace treinta y siete años, de que podíamos narrar el mundo a nuestra manera, con un lenguaje que no se parecía a ningún otro, me parece justo que sea aquí, en Cartagena (donde al fin de cuentas empezó esa historia), donde afirmemos nuestro derecho a reclamar un mundo que no se parezca a ningún otro, y que pongamos nuestra palabra de pie para ayudar a crearlo.